Un tópico ampliamente explorado en la literatura especializada en el campo del capital intelectual, y que se encuentra intrínsecamente vinculado al desempeño empresarial, es la compleja relación entre la divulgación de información asociada a estos activos intangibles y el valor de mercado de una empresa.
Un estudio ejemplar realizado por Vergauwen et al. en 2007 puso de manifiesto la dificultad de establecer una correlación entre el nivel de divulgación de capital intelectual y la relación entre el valor de mercado y el valor contable de empresas pertenecientes a la cúspide de la escala de capitalización y situadas en países que ostentan un elevado índice de desempeño en términos de capital intelectual.
Estos países, tales como Dinamarca, el Reino Unido y Suecia, son considerados como altamente dependientes de este tipo de recursos. No obstante, dentro de los tres componentes del capital intelectual, se destacó especialmente el capital estructural/organizativo, el cual demostró ejercer un impacto significativo en el rendimiento empresarial.
Por otro lado, Orens et al. (2009) llevaron a cabo un análisis sobre el impacto de la divulgación de activos intangibles basada en la web en el valor y el costo financiero de empresas no financieras cotizadas en cuatro países europeos continentales, incluyendo Bélgica, Países Bajos, Francia y Alemania, y pertenecientes a ocho sectores industriales en el año 2002. En sus hallazgos, se evidenció una mayor tendencia de las empresas francesas y alemanas a divulgar información relacionada con el capital intelectual.
Estos resultados parecen estar correlacionados con la presencia más marcada de las organizaciones con sede en dichos países en una mayor cantidad de bolsas extranjeras y en los medios de comunicación.
Los datos recabados señalan que las diferencias en la divulgación del capital intelectual se relacionan positivamente con el valor de la empresa y negativamente con el costo financiero. Además, se corrobora que a medida que aumenta la divulgación en cuanto al capital intelectual, disminuye la asimetría de información, se reduce el costo implícito del capital y disminuye la tasa de interés pagada. Esto aplica a los tres componentes del capital intelectual.
Al trasladar el enfoque hacia el contexto griego, se observa que los hallazgos previos no se confirmaron en una muestra de 96 empresas cotizadas en la Bolsa de Atenas (ASE) durante un periodo de tres años, comprendido entre 2006 y 2008. En este contexto, la única relación estadísticamente significativa con el desempeño financiero se encontró en la eficiencia del capital humano.
Estos resultados podrían estar relacionados con el uso de la metodología del Coeficiente de Capital Intelectual Añadido (VAIC). Como se menciona en el artículo, «en general, los estudios empíricos que han empleado el enfoque VAIC para investigar el impacto del capital intelectual en diversas variables comerciales han arrojado resultados contradictorios» (p. 144). A pesar de estos resultados, se debe reconocer que el VAIC no logra captar adecuadamente las interrelaciones entre los componentes del capital intelectual.
Siguiendo en una línea similar, Berzkalne y Zelgalve (2014) obtuvieron resultados diversos al aplicar el VAIC en una muestra de 65 empresas bálticas cotizadas durante el periodo comprendido entre 2005 y 2011. Mientras se observó una relación estadísticamente significativa y positiva entre el capital intelectual y el valor de mercado en las empresas de Letonia y Lituania, esto no se reflejó en las empresas de Estonia.
En el contexto del Reino Unido, el uso del VAIC, como lo demostraron Zeghal y Maaloul en 2010, se reveló como una herramienta valiosa. Aplicada a 300 empresas divididas en tres grupos industriales (tecnología avanzada, tradicional y servicios), esta metodología confirmó el impacto positivo del capital intelectual en el rendimiento económico y financiero, aunque la asociación entre el capital intelectual y el rendimiento en el mercado de valores solo resultó significativa en las industrias de alta tecnología.
En referencia a un sector intensivo en conocimiento, como el sector de tecnología de la información y comunicación (TIC), y a través de un estudio longitudinal, Dženopoljac et al. (2016) demostraron que, a pesar de las expectativas, el sector de las TIC en Serbia no se caracterizaba por un alto contenido de capital intelectual. Al analizar una muestra de 2,137 empresas operando en este sector entre 2009 y 2013, se encontró que, de los tres componentes del capital intelectual (capital humano, capital relacional y capital organizativo), solo la eficiencia del capital empleado ejercía una influencia positiva en el rendimiento financiero de estas organizaciones. Además, no se observaron diferencias significativas en el rendimiento financiero de los subsectores de las TIC debido a la presencia de activos de capital intelectual. La metodología del Coeficiente de Capital Intelectual Añadido (VAIC) nuevamente no resultó efectiva en captar las interconexiones entre los componentes del capital intelectual, como lo han señalado otros autores.
La (in)validez del VAIC como indicador adecuado del capital intelectual también fue demostrada por Ståhle et al. (2011) varios años antes. A través de una evaluación conceptual y empírica, en la que se sometió a prueba a 125 empresas finlandesas, se destacaron tres razones principales por las que el VAIC se revela inadecuado. En primer lugar, se enfoca en la eficiencia de las inversiones en mano de obra y capital. En segundo lugar, las variables empleadas en la fórmula se superponen, generando problemas de validez. Por último, no guarda relación con el rendimiento económico de las empresas.
Como respuesta a estas críticas, Nimtrakoon (2015) optó por adoptar un Coeficiente Modificado de Capital Intelectual Añadido (MVAIC) con el fin de examinar la relación entre el capital intelectual de las empresas, el valor de mercado y el rendimiento financiero en los países de la ASEAN. Al incorporar un componente adicional, a saber, la eficiencia del capital relacional, se realizó un análisis en una muestra de 213 empresas de tecnología cotizadas en cinco bolsas de valores de la ASEAN.
Los resultados respaldaron la idea de una relación positiva entre el capital intelectual y el valor de mercado, así como entre el capital intelectual y el rendimiento financiero. En esta asociación, la eficiencia del capital empleado y la eficiencia humana desempeñan un papel fundamental, a pesar de que lo mismo no se aplica al capital estructural y a la eficiencia del capital relacional. Además, Singh y Kansal (2011) descubrieron que en las 20 principales empresas farmacéuticas cotizadas en la India en 2009 existe una relación débil y negativa entre la valoración del capital intelectual y la divulgación de este. Kang y Gray (2011) observaron que las empresas de mercados emergentes tienden a divulgar voluntariamente mucha información, especialmente de naturaleza cuantitativa, relacionada con los activos intelectuales. Estos resultados pueden estar relacionados con la utilización de una herramienta metodológica diferente, a saber, el Cuadro de Mando de la Cadena de Valor desarrollado por el Profesor Baruch Lev en 2001, y el contexto de mercados emergentes.
EL CAPITAL INTELECTUAL Y SU INFLUENCIA EN LOS ANALISTAS FINANCIEROS
El impacto de los activos intangibles y el capital intelectual en los usuarios, en particular en inversores y analistas financieros, constituye un aspecto de suma relevancia en el análisis de la pertinencia de estos recursos. Barth et al. (2001) llevaron a cabo un estudio que exploró la relación entre la cobertura de analistas, es decir, el número de analistas que siguen a una empresa, y los activos intangibles. En otras palabras, indagaron si la presencia de activos intangibles en una empresa podría influir en la disposición de los analistas a seguir su evolución. Esta cuestión se plantea debido a que, al no estar reflejados en los estados financieros, en ausencia de cobertura de analistas, es probable que las empresas con mayores activos intangibles posean precios menos informativos. Los resultados obtenidos revelan que las empresas e industrias con mayores gastos en investigación y desarrollo, así como aquellas con un mayor desembolso en publicidad, disfrutan de una cobertura más extensa por parte de analistas. Asimismo, la cobertura de analistas es más amplia para las empresas que requieren un menor esfuerzo de seguimiento y que presentan un margen residual percibido por los analistas más elevado.
Por otro lado, Hsu y Chang (2011) centraron su análisis en la divulgación de capital intelectual y las previsiones efectuadas por los analistas. En una muestra compuesta por 99 empresas pertenecientes a industrias de alta tecnología en Taiwán, su investigación evidenció que la divulgación voluntaria de capital intelectual puede facilitar el proceso de pronóstico realizado por los analistas, especialmente cuando el valor del capital intelectual no se encuentra fácilmente verificable.
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