El impacto negativo de esta disminución económica se está sintiendo en diversas regiones del mundo, mientras los líderes gubernamentales se preparan para afrontar las repercusiones en sus propias economías. La demanda china de una amplia gama de productos, desde materiales de construcción hasta dispositivos electrónicos, ha disminuido abruptamente, generando una cascada de efectos en las cadenas de suministro internacionales. En este contexto, las declaraciones del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, calificando los problemas económicos de China como una «bomba de relojería», han resonado con fuerza.
Los indicadores económicos respaldan las percepciones de incertidumbre. Los mercados financieros chinos han sufrido retiros de inversiones por un total de más de 10.000 millones de dólares, mayormente afectando a las empresas líderes del país. Importantes entidades financieras internacionales como Goldman Sachs y Morgan Stanley han revisado a la baja sus expectativas en relación a las acciones chinas, siendo Goldman Sachs el que advierte sobre el riesgo de una posible propagación de la situación hacia otras economías de la región. A pesar de los esfuerzos recientes por parte de las autoridades chinas para estimular los mercados bursátiles, estas medidas han sido consideradas insuficientes o incluso tardías.
Las economías asiáticas, así como varias naciones africanas, ya están experimentando las consecuencias de esta desaceleración. Japón, en particular, ha registrado en julio su primera caída en las exportaciones en más de dos años, un fenómeno atribuido al recorte de las adquisiciones chinas de automóviles y componentes electrónicos. Los bancos centrales de Corea del Sur y Tailandia han ajustado sus pronósticos de crecimiento en función de la débil recuperación económica de China. Incluso en Europa, donde existe una mayor exposición a China en comparación con unos Estados Unidos más restringidos en términos comerciales, se perciben posibles efectos adversos.
A medida que la economía de china experimenta una notable desaceleración, se generan tanto impactos favorables como desafíos para el escenario económico global.
La ralentización la Economía de China provoca una disminución en los precios mundiales del petróleo, y la deflación interna tiene un efecto descendente en los valores de las mercancías exportadas internacionalmente.
Esta dinámica resulta ventajosa para países como Estados Unidos y el Reino Unido, que buscan controlar la inflación en sus economías. Además, economías emergentes como la India vislumbran oportunidades, aspirando a atraer inversiones extranjeras que podrían alejarse de China.
Aunque se perciben posibles beneficios, no se puede pasar por alto que la Economía de China, como la segunda mayor economía global, posee un impacto crucial en la dinámica económica mundial. Un análisis realizado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) destaca la magnitud de este impacto: cuando la tasa de crecimiento de China aumenta en un punto porcentual, la expansión económica mundial se incrementa en alrededor de 0,3 puntos porcentuales.
FMI: Cuando la tasa de crecimiento de China aumenta en un punto porcentual, la expansión económica mundial se incrementa en alrededor de 0,3 puntos porcentuales.
Si bien la deflación en China puede interpretarse como una variable menos perjudicial en términos globales, es necesario considerar sus ramificaciones en un contexto más amplio. Según Peter Berezin, estratega jefe mundial de BCA Research, la deflación china no presenta un problema significativo para la economía global. No obstante, si otras economías importantes, como Estados Unidos y Europa, entraran en recesión mientras China continúa débil, se generaría una situación problemática que impactaría tanto a la Economía de China como al resto de la economía mundial.
Numerosos países, especialmente en Asia, dependen en gran medida de China como su principal mercado de exportación, abarcando desde productos electrónicos hasta recursos energéticos. En este sentido, las importaciones chinas han experimentado un declive en nueve de los últimos diez meses, ya que la demanda ha retrocedido desde los picos históricos alcanzados durante la pandemia. Esta tendencia ha afectado particularmente a África y Asia, donde el valor de las importaciones ha disminuido en más del 14% durante los primeros siete meses del año. Factores como la caída en la demanda de componentes electrónicos de Corea del Sur y Taiwán, así como la reducción de los precios de las materias primas, han contribuido a esta tendencia.
La depreciación del yuan chino también tiene consecuencias en los mercados de divisas de todo el mundo. A medida que la moneda china se debilita frente al dólar, otras monedas, en especial aquellas de Asia, América Latina y Europa Central y Oriental, también sienten su impacto. Esta correlación entre divisas se ha intensificado, lo que puede llevar a un mayor debilitamiento de monedas como el dólar de Singapur, el baht tailandés y el peso mexicano.
La economía de china enfrenta desafíos internos evidenciados en los comportamientos de los consumidores y los ingresos afectados por la pandemia y la debilidad económica.
Si bien los efectos colaterales de la situación actual pueden variar entre distintas economías, está claro que la dinámica económica de China sigue siendo un factor central que influirá en la dirección de la economía global y en la relación entre las divisas internacionales.
En un panorama en constante cambio, las multinacionales se ven afectadas por la ralentización económica en China. Los recientes recortes en las tasas de interés chinas han disminuido el atractivo de los bonos soberanos del país para los inversores extranjeros, quienes, en respuesta, han reducido su exposición al mercado chino y están explorando oportunidades alternativas en la región. Los datos de Bloomberg revelan que las tenencias extranjeras de bonos chinos se sitúan en su nivel más bajo desde 2019. Al mismo tiempo, los fondos globales muestran un mayor interés en los bonos denominados en moneda local de Corea del Sur e Indonesia, a medida que los bancos centrales de estos países se acercan al cierre de sus ciclos de alzas en las tasas de interés.
En el ámbito corporativo, empresas líderes como Nike y Caterpillar han experimentado un impacto negativo en sus ganancias debido a la desaceleración económica en China.
El índice MSCI, que rastrea a las compañías globales con mayor exposición al mercado chino, ha registrado una caída del 9,3% en el transcurso de este mes, superando casi el doble de la declinación observada en el indicador más amplio de las acciones mundiales.
Los sectores de bienes de lujo europeos y turismo en Tailandia también siguen el declive del índice de referencia de la bolsa china. Estos segmentos «reflejan fielmente cómo los inversores internacionales pueden obtener una exposición indirecta a China y cómo las perspectivas evolucionan a medida que la economía china ejerce su influencia», señala Redmond Wong, estratega de mercado en Saxo Capital Markets con sede en Hong Kong. Empresas icónicas de lujo, como LVMH, fabricante de bolsos Louis Vuitton, Kering, propietaria de Gucci, y Hermes International, son particularmente susceptibles a cualquier declive en la demanda proveniente de China.
Aunque las crisis financieras puedan evitarse, las incertidumbres en torno al crecimiento económico persisten. Incluso en ausencia de una crisis, se anticipa una inversión moderada. La inversión en bienes raíces continuará menguando y la inversión en infraestructura se verá restringida por las tensiones fiscales a nivel local.
El sector privado se mantendrá cauto en cuanto a inversiones. En un tono optimista, la inversión realizada por las industrias estratégicas respaldadas por el gobierno, como vehículos de nueva energía, energía renovable, manufactura avanzada, semiconductores, inteligencia artificial y productos farmacéuticos, probablemente mantendrá su ritmo, según Tommy Wu, analista de Commerzbank.
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La desaceleración económica de China ha cuestionado su papel crucial en la economía global de 2023, causando preocupación internacional.
La proyección de que China contribuiría significativamente al crecimiento económico global se ha visto afectada por señales negativas.
La disminución económica china ha impactado las cadenas de suministro internacionales y ha generado inquietud en líderes gubernamentales, como las declaraciones de Biden.
Aunque algunos países pueden beneficiarse de la desaceleración, su efecto adverso se siente en regiones como Asia y África, afectando exportaciones y monedas, mientras las multinacionales también enfrentan pérdidas y reducen su exposición al mercado chino.
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