Una convergencia excepcional ha cristalizado en torno a la cotización del oro en las últimas sesiones. Por un lado, su estatus como activo refugio lo ha dotado de un atractivo inusitado en los mercados desde el inicio de la última fase del conflicto palestino-israelí. Por otra parte, una serie de pronunciamientos por parte de individuos cercanos, aunque sea de manera tangencial, a la toma de decisiones en lo concerniente a las tasas de interés ha fomentado un mayor interés por parte de expertos e inversores hacia esta materia prima.

El metal precioso, además de consolidarse como una de las óptimas opciones de cobertura contra amenazas, ya sean de índole geopolítica o de cualquier otro calibre, también es uno de los activos que mejor se desempeña en épocas de inflación elevada.

A pesar de que los últimos datos mensuales de la mayoría de naciones desarrolladas insinúan una disminución constante del aumento de los precios, las advertencias de las autoridades monetarias respecto a su compromiso de mantener las tasas de interés en niveles restrictivos «durante algún tiempo» hasta que la inflación retorne a sus objetivos iniciales sugieren que los bancos centrales no consideran todavía que los precios estén bajo control.

El resultado ha sido un aumento del precio del oro superior al 7% desde que alcanzó, el pasado 5 de octubre (previo a los incidentes de Hamás en Israel), uno de sus niveles más bajos del año.

«Se trata de uno de los activos con mejor desempeño durante la última ocasión en que se produjo un incremento de los precios significativo», enfatizaba Ben Laider, estratega de mercados globales de eToro en su momento. Ahora, desde CMC Market, recalcan que «la raíz de las tasas de interés elevadas y la alta volatilidad en los bonos radica en la elevada inflación» y sugieren que para anticipar la trayectoria del oro se debe prestar atención a «la evolución del riesgo geopolítico y (…) observar la dinámica de los precios del petróleo: si el conflicto entre Israel y Hamás se extiende a otras naciones del Medio Oriente, el precio del crudo se elevará debido a que la región concentra la producción y las rutas comerciales esenciales».

En este sentido, desde Julius Baer aclaran que «el riesgo de que se produzca una escalada del conflicto es palpable, aunque prácticamente imposible de evaluar» y que «la geopolítica suele ser un factor temporal de ruido más que una fuerza fundamental de impacto». Por ello, el consenso de analistas recopilado por Bloomberg aún no vislumbra que el oro alcance los 2.000 dólares hasta el tercer trimestre del próximo año, momento en que se prevé que esta materia prima alcance sus máximos de los últimos meses.

«Este repunte a corto plazo refleja movimientos previos en respuesta a conmociones geopolíticas y, sobre todo, denota un cambio de tendencia en los mercados financieros, que pasan de un ambiente de apetito por el riesgo a uno de aversión al riesgo, con la correspondiente reconfiguración de posiciones por parte de operadores especulativos a corto plazo en el mercado de futuros, más que una demanda auténtica de activos refugio», señalan los expertos de la entidad suiza.

No obstante, no escasean las previsiones de titanes del mundo de la inversión como Morgan Stanley, Goldman Sachs o JP Morgan, quienes visualizan que esta materia prima superará los 2.000 dólares por onza ya a finales de este trimestre.

La evolución del oro dependerá, sin duda, de la dinámica que experimente el dólar estadounidense, que cotiza por debajo de los niveles previos al último repunte del oro. La debilidad del dólar, no en vano, ha sido otro de los factores que más históricamente han impulsado su crecimiento.