El Mercado de Renta Fija se Ajusta a la Restricción Monetaria
Con la rentabilidad de los bonos del Tesoro estadounidense a diez años alcanzando niveles no vistos desde 2007, los inversores se centran en el mercado de renta fija. Esto se debe a que a medida que los rendimientos aumentan, la restricción monetaria se intensifica y viceversa. En este contexto, las expectativas de un cambio en la dirección de los bonos para reducir los intereses y aumentar los precios son altas. Sin embargo, una barrera significativa se interpone en el camino de este cambio: los dos principales actores de este mercado, la Reserva Federal (Fed) y Japón, están retirándose y vendiendo bonos.
Como es ampliamente conocido, la Reserva Federal de Estados Unidos se encuentra inmersa en un ciclo de restricción monetaria. Además de elevar las tasas de interés, la venta de bonos se ha convertido en una herramienta para reducir la liquidez, ambas estrategias son complementarias y necesarias para combatir una inflación en aumento. La Fed, que es la mayor compradora de estos títulos, anunció un plan para reducir su balance a mediados de 2022, especificando la cantidad de bonos que venderían. Durante los primeros tres meses, a partir de junio de 2022, se vendieron 30.000 millones de dólares en bonos cada mes durante tres meses y, desde septiembre, la cifra se duplicó a 60.000 millones mensuales. Esto implica que, al cierre de octubre, la Fed habrá vendido un total de 870.000 millones de dólares en bonos.
La venta generalizada de bonos conlleva una caída en su precio en el mercado secundario y un aumento en su rendimiento. Actualmente, existe una creciente preocupación sobre este fenómeno. Esta semana, el rendimiento de los T-Note superó el 5% (aunque ahora ha retrocedido por debajo del 4,9%), alcanzando niveles no vistos desde 2007, lo que implica que los costos de financiamiento no han sido tan elevados en años.
El aumento de los intereses de la deuda no solo implica una mayor restricción monetaria sino también un endurecimiento significativo, especialmente con respecto a los rendimientos de los bonos a largo plazo. Por tanto, se espera que se produzca un cambio en este escenario, con la posible llegada de compras de bonos que reduzcan sus rendimientos. Esto no solo beneficiaría la recuperación de los precios, sino también crearía condiciones crediticias más favorables.
Además, en Estados Unidos se plantea un desafío adicional. La Fed ha dejado de comprar bonos del Tesoro, la entidad emisora, y el Departamento del Tesoro dirigido por Janet Yellen enfrenta dificultades para cubrir o mejorar el déficit del país. La oferta excedente de deuda estadounidense podría requerir rendimientos aún más altos para atraer inversores, ejerciendo presión adicional sobre los precios en el mercado secundario.
El Ajuste Cuantitativo (QT, por sus siglas en inglés) de la Fed, además de los incrementos en las tasas de interés, se convierte en un factor adicional de presión sobre los bonos. Además, no se ha establecido una fecha oficial de finalización para este programa. Según la herramienta CME FedWatch Tool, el mercado anticipa la primera reducción de las tasas en junio del próximo año, por lo que sería lógico que Jerome Powell también renunciara a la reducción del balance en ese momento o poco después.
La amenaza que representa la Fed se une a la de Japón. Este país asiático es el mayor tenedor extranjero de bonos del Tesoro estadounidense, con un total de 1,11 billones de dólares en agosto, según datos del Tesoro de Estados Unidos.
A pesar de su posición dominante a nivel internacional, se anticipa que Japón disminuirá su posición como propietario de bonos en un futuro cercano. Esto se debe a las previsiones de un endurecimiento de la política monetaria japonesa en los próximos meses, lo que daría lugar a un aumento en los rendimientos de los bonos locales y a una mayor competencia con los bonos estadounidenses. Actualmente, la diferencia entre ambas referencias es considerable (el bono japonés a diez años ofrece un rendimiento del 0,85%, el más alto desde 2013), pero se espera que esta brecha se reduzca gradualmente.
El Banco de Japón (BoJ) está en proceso de normalizar su política monetaria dentro de los límites de su enfoque flexible. En diciembre y julio, flexibilizó el rendimiento máximo que pueden alcanzar los bonos y permitirá que los bonos a diez años alcancen un rendimiento del 1%, lo que representa un cambio significativo para el Banco Central de Japón.
La última encuesta de Marklets Live Pulse de Bloomberg reflejó la preocupación por un cambio en la política acomodaticia japonesa. Los encuestados anticiparon que la reducción de los estímulos japoneses afectaría negativamente a los mercados, especialmente a los bonos estadounidenses. Este escenario se espera para el próximo año, y si la Fed no ha abandonado el QT para entonces, ambos gigantes podrían estar vendiendo deuda al mismo tiempo.
En los últimos meses, la mayor posición de bonos estadounidenses de Japón se registró en febrero de 2022. Desde entonces, Japón ha reducido su cartera en 187.000 millones de dólares en estos valores, según datos del Departamento del Tesoro estadounidense. Esta retirada adicional de Japón podría ejercer una presión adicional sobre los precios, lo que inquieta a los inversores.
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