Según el análisis de Nomura, estas cifras reflejan una disminución en la influencia de la Reserva Federal (Fed) y, por lo tanto, sostienen que se requieren nuevas alzas en las tasas de interés para alcanzar la meta del 2%. En sus palabras: “En las condiciones actuales, no se puede esperar que el ajuste funcione a menos que se desanime a los bancos mediante tasas considerablemente más elevadas de lo que normalmente utilizarían”.

Sin embargo, no todos comparten esta perspectiva. La mayoría de los actores de Wall Street anticipa que la Fed está al borde de alcanzar el punto óptimo con las tasas de interés, manteniéndolas en estos niveles hasta que la inflación se calme. De acuerdo con el consenso de analistas de FedWatch, el 93% de los expertos prevé un respiro en los incrementos en la próxima reunión. Después de eso, la opinión se divide, pero la mayoría cree que no habrá ningún movimiento hasta junio de 2024, y en ese caso, sería un recorte de un cuarto de punto. Hasta entonces, quienes apuestan por un alza lo hacen con moderación.

Estas opiniones se mantienen inalteradas después del simposio de Jackson Hole, la reunión de la banca central estadounidense. Durante la reunión, el presidente de la Fed, Jerome Powell, adoptó un tono “hawkish” en su discurso, dejando la puerta abierta a nuevas alzas de tasas “si es necesario”, y destacando la resistencia de indicadores clave como el PIB y el empleo como factores determinantes en la toma de decisiones.

A pesar de este tono, los mercados han llegado a la conclusión de que la Fed se limitará a mantener tasas elevadas tras observar el aumento en la tasa de desempleo y los últimos datos PMI, que indican signos de debilitamiento. Thomas Hempell, director de estudios macroeconómicos y mercado en Generali Investments, explica que las declaraciones de Powell apuntan hacia “tasas altas durante un período prolongado”. David Page, Head of Macro Research en AXA IM, coincide en que “no anticipamos que la Fed aumente las tasas ni en septiembre ni más adelante”, debido a la previsión de un desaceleramiento tanto en el gasto de los consumidores como en el PIB.