El mercado de bonos se enfrenta a un año complicado, desafiando las previsiones de los analistas que han instado a invertir en renta fija.

A pesar de esto, las caídas continúan y los bonos muestran rendimientos máximos a medida que avanza el tiempo.

La inflación y la volatilidad añaden incertidumbre, mientras que los inversores conservadores ven con asombro las pérdidas en bonos estadounidenses y alemanes.

El mercado de bonos transita un año de complejidad inusitada, contrariando las expectativas de los analistas, quienes desde finales del año pasado han venido destacando la propicia ocasión para invertir en renta fija. Sin embargo, a pesar de estos llamados, las caídas continúan acumulándose y los bonos arrojan nuevos máximos en términos de rentabilidad a vencimiento con el transcurso de los meses.

El consenso en el ámbito financiero es inequívoco: el momento de adentrarse en el mercado de renta fija ha llegado. No obstante, subsisten riesgos al alza asociados a la inflación que amenazan este panorama. La reciente escalada de tensiones en Israel es el más reciente, aunque no el único, factor que añade complejidad a la situación, tornando la apuesta por la renta fija más arriesgada en el corto plazo.

Los inversores de orientación conservadora se encuentran, con justa razón, cuestionando cómo es posible que los bonos estadounidenses o alemanes registren pérdidas de un 6% y un 1,75%, respectivamente, en el presente año 2023, tras haber padecido el colapso del año 2022, que arrastró consigo un 16% de reducción en el promedio de carteras de bonos a nivel global. En realidad, el contexto del mercado de deuda se torna arduo, y persisten factores que mantienen al alza las rentabilidades a vencimiento.

Una de las pruebas más elocuentes de la intrincada situación actual, y de la dificultad del mercado para definir su estrategia en relación a los bonos, reside en la volatilidad que experimentan estos activos. Un caso ilustrativo se presentó recientemente, cuando el diferencial de volatilidad de los bonos del Tesoro estadounidense alcanzó valores positivos por primera vez en 45 años, lo que significa que los bonos estadounidenses son ahora más volátiles que el oro, algo que no sucedía desde 1978.

La inflación mantiene su presión al alza, lo cual dificulta que los bancos centrales puedan celebrar victoria alguna. En el caso de la Reserva Federal (Fed), aún se vislumbra un aumento de tasas antes de que concluya el año 2023, y el costo del dinero permanecerá elevado durante un extenso período. Los mercados anticipan reducciones de tasas para el próximo año, pero conviene estar atentos, ya que aún subsisten ciertos cabos sueltos que deben atarse antes de que los bancos centrales puedan iniciar este proceso.

El cierre del año 2021: un contexto esclarecedor para los bonos En el mundo financiero, ocasionalmente, se producen situaciones en las que el panorama resulta cristalino y todas las señales apuntan en una misma dirección, brindando escasa probabilidad de que se materialice un escenario radicalmente distinto al que conciben los inversores y analistas. No obstante, tales situaciones son poco frecuentes, y lo común es que exista un espectro de posibles escenarios que complican la tarea de los analistas.

Un ejemplo claro de lo mencionado previamente se observó a finales de 2021, momento en el cual parecía evidente que no había margen alcista para los bonos, y así fue corroborado. En esa coyuntura, todo apuntaba a que las subidas en el mercado de renta fija habían llegado a su fin, y resultaba casi impensable concebir un escenario de incrementos de precios y disminución de rentabilidades a vencimiento en estos activos. El rally había concluido, tal como lo anunciaban los analistas, predicción que se materializó en 2022.

Todas las señales convergían en una misma dirección: la inflación irrumpía con fuerza y los bancos centrales empezaban a reconocer públicamente la necesidad de tomar medidas para contenerla. Paralelamente, el mercado de deuda continuaba inundado de bonos con rentabilidades negativas, sin que se hubiera comenzado a reflejar el cambio en la política monetaria que comenzaba a vislumbrarse en el horizonte. La única circunstancia capaz de desbaratar este escenario era la eventualidad de una severa recesión mundial, perspectiva que no se contemplaba a la luz de las previsiones de crecimiento global que prevalecían en ese entonces, en pleno proceso de recuperación pospandemia.

El caos retorna al mercado de renta fija: persisten riesgos inflacionarios Después de las pérdidas observadas en años recientes y, sobre todo, ante los niveles de rentabilidad a vencimiento que actualmente ofrecen estos activos (un 2% de retorno en el caso del bono estadounidense a 10 años, al descontar las expectativas inflacionarias, conocida como rentabilidad real), no resulta sencillo hallar analistas que recomienden evitar esta clase de inversiones.